Desde la aparición del primer ser vivo hasta nuestros días se han producido cinco grandes hecatombes biológicas
Los científicos creen que la culpa de la sexta extinción es, sin duda, nuestra – Fotolia
Cuando hablamos de extinción rápidamente nos vienen a la cabeza imágenes de tiranosaurios, velociraptor y dinosaurios con pico de pato. Pero las extinciones masivas de nuestro planeta han sido mucho más que todo eso, hasta la fecha la Tierra ha sido testigo de cinco grandes extinciones, que han acabado con el noventa por ciento de las especies existentes.
Las especies más afectadas fueron las que vivían en aguas cálidas, se estima que desaparecieron hasta el setenta por ciento de todas ellas. Fue precisamente durante esta extinción cuando los trilobites, una clase de moluscos, de la familia de los chipirones y los pulpos, que reinaba en los océanos, se extinguieron definitivamente.
En la quinta desaparecieron los dinosaurios
La quinta y última, al menos de momento, se produjo hace unos 66 millones de años, entre los períodos Cretácico y Terciario. Es la más famosa de todas y sobre la que más se ha escrito, ya que a ella debemos la desaparición masiva de los dinosaurios –que habitaron nuestro planeta durante más de 150 millones de años-.
Los grandes supervivientes fueron las plantas, los animales terrestres, los invertebrados marinos y los peces. En cuanto a su origen, a pesar de que existen diferentes teorías, en este momento la más aceptada apunta al impacto de un cometa de enormes dimensiones en la península del Yucatán.
Si volvemos la vista atrás, los corales tienen el mérito de haber salido airosos de las cinco extinciones masivas, el secreto está en sus genes, que les han permitido interactuar y adaptarse al nuevo medio ambiente.
Muchos científicos defienden que nos encontramos en el epicentro de una nueva extinción, la sexta, de forma que las especies están muriendo más rápido de lo que evolucionan las nuevas. Esta nueva aniquilación podría tener las consecuencias más deletéreas para el planeta y a la que debemos atribuirnos, sin ambages, todo el mérito.
La destrucción de los hábitats, el cambio climático y el calentamiento global son el producto de niveles cada vez más elevados de dióxido de carbono. ¿Vamos a dejar que suceda? Pues depende de nosotros…
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