El periodista José Manuel Nieves habla sobre el planteamiento de que una especie tecnológica pudiera haber existido en algún lugar del Sistema Solar antes que nosotros
La inmensa mayoría de los científicos están convencidos de que «ahí fuera», en alguna parte, la vida puede haber arraigado del mismo modo, o casi, en que lo hizo en la Tierra. La búsqueda de vida extraterrestre, en efecto, se ha convertido, prácticamente, en la razón de ser de la mayor parte de las agencias espaciales. Decenas de misiones a Marte, a Júpiter, a Saturno e incluso más allá, tienen como principal objetivo buscar rastros de vida, de cualquier tipo de vida, fuera de la de nuestro mundo natal.
¿Imaginan una conversación por radio en la que nuestro interlocutor estuviera, por ejemplo, a 50 millones de años luz de distancia? Nuestros mensajes tardarían todo ese tiempo, 50 millones de años, en llegar a su destino, y una respuesta se tomaría otros 50 millones de años más en volver hasta nosotros. Y eso que 50 millones de años luz puede considerarse «cerca» en términos cosmológicos…
Por eso, Wright considera una posibilidad aún más arriesgada. ¿Y si aquí, en nuestro propio Sistema Solar, hubiera habido otra civilización en algún momento del pasado, incluso antes de que la Humanidad surgiera en la Tierra? Una civilización así, además, si hubiera tenido capacidades tecnológicas habría sido perfectamente capaz de dejar estructuras y rastros reconocibles incluso después de millones de años después de su desaparición. Para este investigador, sería mucho más sencillo tratar de localizar esos antiquísimos restos que empeñarse en encontrar bacterias en Marte o en las lunas de los planetas gigantes de nuestro sistema.
Por supuesto, para buscar tales restos no sirve cualquier sitio. Venus, por ejemplo, que en el pasado tuvo agua en abundancia, hoy es un infierno venenoso que habría podido borrar cualquier signo de vida pasada. ¿Dónde buscar entonces? Wright afirma que el subsuelo de mundos como la Luna o Marte, o incluso los objetos de tamaño planetario del cinturón de Kuiper, en las afueras del Sistema Solar, serían los lugares más adecuados para buscar artefactos u otras señales tecnológicas que habrían sobrevivido hasta nuestros días.
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